martes, 4 de febrero de 2014

Parece que...


Detesto las generalizaciones. Parece que en esta sociedad las etiquetas son algo obvio e indiscutible. Parece que todo el mundo tiene derecho a decir cómo eres y además no equivocarse en ello. Parece que los prejuicios no son prejuicios, sino juicios perfectos sobre quién eres.
Por eso la gente generaliza con todo. 

Parece que por llevar una cruz en el cuello soy una católica radical que opina que los homosexuales están enfermos o que considero al hombre por encima de la mujer, o mucho peor: que no me cuestiono las cosas, que solo sigo unos principios sin pensar sobre ellos.

Parece que por escuchar un grupo de música que gusta a niñas, yo me convierto en una. Que por gustarme un grupo de cinco chicos, soy una niñata que solo se fija en el físico y que no sé apreciar la “buena música”.

Parece que por ser del Real Madrid, estoy de acuerdo con todas las decisiones que toman y que si algún madridista hace una gilipollez, yo también soy gilipollas. Que si mi equipo gasta dinero innecesariamente tal y como están las cosas, yo lo apruebo y soy una inconsciente y una capitalista de mierda.

Parece que si me gusta protestar por lo que considero injusto pero persigo las protestas violentas porque también las considero injustas, soy una “pacifista porculera”. Que si creo que la violencia solo genera violencia y que las cosas deben arreglarse de otro modo, soy una idealista, una ilusa y una soñadora que ya despertará.

Parece que si defiendo las fuerzas de seguridad del estado, estoy de acuerdo con las guerras, con las cargas policiales excesivas y con el abuso en cuanto a multas de tráfico.

Parece. Parece. PARECE. Estoy harta de las etiquetas, estoy harta de los prejuicios, estoy harta de que la gente por un gesto se empeñe en definirte. Poca gente me conoce de verdad y a poca gente conozco de verdad. Todos tenemos ideas sobre todos, pero esta sociedad me da asco. Me da asco no ser libre. Libre para decidir quién soy. Esta sociedad nos quita la libertad solo por imponernos unas conductas según lo que te gusta.

Si te gusta el pop, no te puede gustar el hip-hop. Si te gusta el Madrid, no hablarás nunca bien del Barça. Si te gusta el fútbol, pasas del resto de deportes. Si te gusta One Direction o Justin Bieber apestas y eres una cría y no te puede gustar un grupo de rock. Si eres de letras, detestas a las ciencias. Si eres católica eres una atrasada mental de siglos y homofóbica. Si estás en contra de las protestas violentas eres sencillamente un estorbo y una indecisa.


Que cansada me tenéis algunos. Lo más gracioso es que leeréis esto y pensaréis a lo mejor: “Ya ves, la gente solo pone etiquetas. No se respeta nada.” Probablemente muchos de vosotros hacéis lo mismo. Muchos de los que leéis esto sé que lo hacéis porque fijo que muchos de los que estáis leyendo esto me lo habéis hecho alguna vez. Si, tú. Hola. No voy a meteros a todos en el saco, pues algunos sé que no etiquetan a la gente y otros sencillamente no lo sé. Pero los que sé que sí que lo hacéis y que lo seguiréis haciendo... vuestra etiqueta está clara: IMBÉCILES.