martes, 24 de noviembre de 2015

Por eso escribo



"Tengo muchas cosas que decir y he perdido la fe en lo que quiero decir. Ya no sé cuál es el camino que mis palabras deben tomar. Se acumulan en mis labios, o mejor dicho en mis dedos. He perdido la capacidad de pronunciar sentimientos. Son demasiado reales cuando los digo en voz alta, por eso ya no los digo. Me gusta la irrealidad. He llegado a pensar en ciertos momentos que no estaba viviendo, he llegado a sentir que una escena real era un sueño, o que formaba parte de una serie o de una película. 

Y nada de lo que diga en esa realidad es real, y estoy cómoda en esa sensación. Lo que no es real no puede herir. ¿O si? No, no puede, lo que duele es el despertar y descubrir que si, que lo que pasaba pasaba, que ese momento no va a volver y lo has perdido porque has decidido taparlo con algo más simple. 

Y es que ya no sé hablar, de verdad. Muchas noches me ahogo y quiero decir que me duele, y quiero contar por qué pero no sé dónde he metido mis palabras. No sé si conseguiré poder hablarle a alguien de lo que realmente siento, aunque carezca de sentido. Por eso escribo, porque al escribir no tengo que hablar y no tengo que contárselo a nadie. Y porque al escribirlo puedo borrar y reescribir. Al escribir puedo hacerte dudar de qué es real de todo esto."

lunes, 5 de octubre de 2015

"No lo haré, pero te esperaré"

"A veces las personas necesitamos soledad. Otras veces necesitamos un abrazo. Otras veces necesitamos algo que no sabemos que necesitamos… básicamente necesitamos que alguien averigüe lo que necesitamos por nosotros.

Yo podría decir ahora mismo que te necesito a ti, pero me gustaría que fueses tu quien se diera cuenta de eso. Solo que tu ya no piensas en mi, mientras que yo ya no se pensar sin ti.

Supongo que el amor tiene muchas caras y he decidido que no quiero ponerle nombre al que siento ahora mismo por ti. Simplemente es un amor capaz de esperar dos años, pero también es capaz de mucho más. Este amor es capaz de hacer más cosas de las que yo por mi misma soy capaz. Este amor es el que me levanta por las mañanas y a la vez el que me hace llorar por las noches. A lo mejor esto no me lleva nunca a nada, a lo mejor nunca más decides hablarme o mirarme, y sin embargo yo siento que siempre querré mirarte, hablarte… Me muero por hacerlo. Me cuestiono por qué no lo he hecho aún y la razón me responde que si no lo he hecho es también por amor. Porque el amor que te tengo no me permite herirte. Y mis palabras, mi nombre y mi recuerdo lo harían.

Así que renuncio a esto, y a la vez te espero. Lo juro. No lo haré, pero te esperaré. Quizás algún día todo se solucione como tú dijiste, pero si no lo hace, si todo sigue igual y mi corazón sangra siempre por el mismo sitio, te lo prometo… No queda ni una pizca de rencor en mi, todo lo que me ha dejado esto es amor, amor por ti, amor por lo que tuvimos, amor por lo que pudimos ser y amor por lo que nunca seremos. Amor por el recuerdo, amor que es dolor pero que es tan grande que estoy dispuesta a quedármelo. Que te quiero, y no sé de qué modo pero ¿Qué más da?


Y el día que te vea feliz, seré feliz. El día que te vea llorar, lloraré. Y tú no tendrás ni idea de que todo esto, de que todo lo que tengo es por ti. "

jueves, 19 de junio de 2014

Como no te voy a querer si me has hecho campeón del mundo por primera vez.

España querida, España amada. Ayer, hoy y siempre. ¿Qué ha pasado?

No sé si alguna vez he estado tan decepcionada futbolísticamente. Quizás la última vez que me sentí así fue el año del triplete del F.C.Barcelona, pero esto es otra historia. Esto es la selección y esto duele de otra forma.
Esto duele mucho. Pero esto es fútbol. La vida duele más. El problema es cuando vives el fútbol como parte de tu vida, pero solo puedes participar gritando a una pantalla, animando en la distancia y dándolo todo por aquello que deseas. Por eso duele cuando los que sí que pueden hacer algo más, cuando los que pueden cumplir millones de deseos y sueños, cuando los que tienen puesta la camiseta más ansiada no saben honrarla. 

Pero también duele cuando la afición demuestra ser una mala afición que rechaza apoyar a su equipo hasta el último minuto, eso duele y es una lástima. Duele ser de las pocas personas que creía, pero también hace sentirse a una bien. Y a la vez mal. Cuanto apoyan muchos en la victoria, que pocos quedan en la derrota. Esto es un conjunto de tantas cosas que ninguna palabra encaja en nada de lo que escribo. Pero lo hago. Escribo porque yo no tengo otra voz, y porque yo no podía salir ahí a dejarme el alma, aunque me la haya dejado de otra forma.

Formo parte de una generación que quizás se ha acostumbrado demasiado a vencer, pero esto es un juego en el que se gana o se pierde. Llevamos toda la historia jugando como hoy: con grandes jugadores que se bloquean en las grandes competiciones. Pero este error va más allá. Este error empieza con la lista, y como lo siento Del Bosque, esta no era la lista de los mejores actualmente en España. Ha sido la lista de los mejores de la historia de España. ¿Un homenaje? Muchos dicen que es un homenaje a esta generación, pero esto no ha sido ningún homenaje, ha sido una vergüenza para todos ellos

El otro error es de toda la plantilla, pues aunque no fuera la mejor convocatoria, no era un equipo que tuviera que perder así, no era este un equipo que no tuviera armas para luchar más. No entiendo que han hecho. Es demasiado confuso. Podíamos perder, pero no así.

Aún así… Gracias Selección. Gracias por enseñarme que ningún sueño es demasiado grande, gracias por demostrarme lo grandes que podemos llegar a ser, gracias por enseñarme a vencer y a perder, gracias por darme tanta alegría, gracias por cada toque, gracias por cada entrega, gracias por dejarte el alma hasta que dejaste de hacerlo, gracias por honrar al fútbol español y a su historia, gracias por las dos eurocopas, gracias por la estrella más preciosa.

Gracias Iker por dejar con la boca abierta a Buffon en los cuartos , gracias por parar el penalti a Paraguay, gracias por poner todo tu corazón en esto, gracias por soportar las gilipolleces de muchos metiéndose en tu vida privada, gracias por ser español, gracias por plantarle cara a Robben, gracias por tus disculpas, gracias por tu humildad, gracias por tu esperanza y fe, gracias por ser siempre tú en la victoria y en la derrota. Gracias Capitán.
Gracias Iniesta por hacer gritar a 46 millones a la vez en aquel minuto 116. 
Gracias Xavi por ser el director de la orquesta más bella que jamás he visto. 
Gracias Puyol por saber retirarte a tiempo y por meter tu alma en aquel cabezazo en la semifinal contra Alemania, gracias por darnos la final de nuestra vida. 
Gracias Xabi Alonso por soportar los tacos del holandés en tu pecho y mantener tu corazón latiendo por lo mismo que todos nosotros. 
Gracias Ramos por tener el espíritu que necesitábamos y la confianza cuando cogías el balón y levantabas la vista. 
Gracias Piqué por ser un muro, por evitarme muchos infartos. 
Gracias Jordi por ser el pequeño veloz que reventó a Italia en la final de la Euro2012. 
Gracias Busquets por cada pase hacia delante, por cada hueco encontrado. 
Gracias Torres por iniciar la leyenda con ese gol que hacía a España grande en aquella final de Viena. 
Gracias Villa por ser una auténtica maravilla, gracias por ser el mejor del Mundial de Sudáfrica y por morir por esta camiseta. 
Gracias Cazorla por cada disparo cuando nadie disparaba. 
Gracias Silva por las ganas y la lucha. 
Gracias Juanfran por aguantar en el banquillo con toda tu frustración. 
Gracias Pepe Reina por ser lo que España necesitaba, alma pura, alegría. 
Gracias De Gea por la paciencia, eres futuro. 
Gracias Pedrito por correr sin aliento.
Gracias Fabregas por romper el maleficio de cuartos contra Italia.
Gracias Mata por estar siempre ahí, cuando España te necesitaba. 
Gracias Koke por demostrar lo que son las ganas de ganar y de luchar.

Gracias a todos los demás que estuvieron en la Euro08, en el Mundial Glorioso y en la Euro12. Gracias de corazón por tanta alegría y tanta pasión. 
Gracias Luis Aragonés por darle a España lo que necesitaba: una nueva identidad y más garra que ninguna Furia pasada. 
Gracias Marqués Del Bosque por amar este deporte, por subirnos a los altares y por tu valentía.

Os lo agradezco a todos. A muchos os daría un abrazo y os mataría a la vez, pero sé que ya queréis moriros por dentro vosotros mismos. Me imagino como os sentís y no siento ninguna necesidad de machacar a ninguno de vosotros, me habéis dado demasiado para ello.

Te quiero mucho, España. Y te lo agradezco todo. Jamás perderé la fe en ti. Luchemos y ganemos a Australia y a por la Eurocopa 2016, nos vemos en Francia




Como no te voy a querer, si me has hecho campeón del mundo por primera vez. 

martes, 4 de febrero de 2014

Parece que...


Detesto las generalizaciones. Parece que en esta sociedad las etiquetas son algo obvio e indiscutible. Parece que todo el mundo tiene derecho a decir cómo eres y además no equivocarse en ello. Parece que los prejuicios no son prejuicios, sino juicios perfectos sobre quién eres.
Por eso la gente generaliza con todo. 

Parece que por llevar una cruz en el cuello soy una católica radical que opina que los homosexuales están enfermos o que considero al hombre por encima de la mujer, o mucho peor: que no me cuestiono las cosas, que solo sigo unos principios sin pensar sobre ellos.

Parece que por escuchar un grupo de música que gusta a niñas, yo me convierto en una. Que por gustarme un grupo de cinco chicos, soy una niñata que solo se fija en el físico y que no sé apreciar la “buena música”.

Parece que por ser del Real Madrid, estoy de acuerdo con todas las decisiones que toman y que si algún madridista hace una gilipollez, yo también soy gilipollas. Que si mi equipo gasta dinero innecesariamente tal y como están las cosas, yo lo apruebo y soy una inconsciente y una capitalista de mierda.

Parece que si me gusta protestar por lo que considero injusto pero persigo las protestas violentas porque también las considero injustas, soy una “pacifista porculera”. Que si creo que la violencia solo genera violencia y que las cosas deben arreglarse de otro modo, soy una idealista, una ilusa y una soñadora que ya despertará.

Parece que si defiendo las fuerzas de seguridad del estado, estoy de acuerdo con las guerras, con las cargas policiales excesivas y con el abuso en cuanto a multas de tráfico.

Parece. Parece. PARECE. Estoy harta de las etiquetas, estoy harta de los prejuicios, estoy harta de que la gente por un gesto se empeñe en definirte. Poca gente me conoce de verdad y a poca gente conozco de verdad. Todos tenemos ideas sobre todos, pero esta sociedad me da asco. Me da asco no ser libre. Libre para decidir quién soy. Esta sociedad nos quita la libertad solo por imponernos unas conductas según lo que te gusta.

Si te gusta el pop, no te puede gustar el hip-hop. Si te gusta el Madrid, no hablarás nunca bien del Barça. Si te gusta el fútbol, pasas del resto de deportes. Si te gusta One Direction o Justin Bieber apestas y eres una cría y no te puede gustar un grupo de rock. Si eres de letras, detestas a las ciencias. Si eres católica eres una atrasada mental de siglos y homofóbica. Si estás en contra de las protestas violentas eres sencillamente un estorbo y una indecisa.


Que cansada me tenéis algunos. Lo más gracioso es que leeréis esto y pensaréis a lo mejor: “Ya ves, la gente solo pone etiquetas. No se respeta nada.” Probablemente muchos de vosotros hacéis lo mismo. Muchos de los que leéis esto sé que lo hacéis porque fijo que muchos de los que estáis leyendo esto me lo habéis hecho alguna vez. Si, tú. Hola. No voy a meteros a todos en el saco, pues algunos sé que no etiquetan a la gente y otros sencillamente no lo sé. Pero los que sé que sí que lo hacéis y que lo seguiréis haciendo... vuestra etiqueta está clara: IMBÉCILES.

domingo, 12 de enero de 2014

¿Personas o máquinas?

¿Somos como máquinas? Si.
No puedo escribir esto y quedarme tan tranquila, esto es complejo y requiere una explicación.

A lo mejor tú, que estás leyendo esto, ya has pasado por esta reflexión. Quizás has superado estos pensamientos sin percatarte de que lo estabas haciendo, solo arrastrado por las circunstancias que te obligaron a cambiar de actitud. O quizás nunca has tenido que pensar sobre esto porque nunca has vivido como una máquina, porque siempre has sido libre. De hecho, tras leer esto, tú, que a lo mejor vives como una máquina, seguro que te has incluido en este grupo de los libres. Yo lo habría hecho.

¿Sabes que es vivir como una máquina? A lo mejor la idea que te ronda la cabeza ahora mismo (además de pensar que soy una rayada) sea que una máquina es algo que actúa según una programación, sin libertad, sujeta a ciertos mecanismos para reaccionar a una cosa u otra y que frente a determinadas cosas directamente no funciona.

Ese quizás es el concepto más general de máquina, al menos el que a mi se me ocurre. Pero traslademos eso a un humano, un humano como si fuera una máquina, un humano sin libertad. ¿Cómo una persona puede llegar a olvidar que es una persona? Al fin y al cabo, nuestro cuerpo es una máquina, una de las más perfectas que puedan existir, pero una máquina. Una máquina programada, que tiene reacciones a todo continuamente y la mayoría sin ser nosotros conscientes de ello, y es una máquina que en algunos momentos falla, se detiene.
No hay duda de que somos eso, pero somos más complejos (y en el fondo más simples), o al menos deberíamos ser algo más... ¿no?

El problema del que pretendo hablar es de aquella persona que más allá de su máquina natural vive y actúa como si fuera una. Créeme que sé de lo que hablo, yo he sido una. A lo mejor tu lo eres, pero no te vas a dar cuenta porque esté aquí escrito.

Ser una máquina es estar programados, vivir por inercia, como si tuviéramos unas reacciones establecidas ante cualquier circunstancia, como un guión aprendido y un personaje estudiado. Una persona programada no sabe que lo está y no puede despertarse voluntariamente.
Lo más grave de ser una persona así es que la forma en la que ves el mundo se sostiene sobre ideas también programadas. Estarás quizás preguntándote qué implica eso de ser un humano programado, qué significa. Si eres una persona programada, esa programación que llevas se ha creado en tu pasado y si sigues viviendo así, será también tu futuro cuando este presente sea pasado. Si eres una persona programada tu mente actúa como tu cuerpo, es decir: el cuerpo cuando algo va mal nos lo dice mediante el dolor físico para que le pongamos remedio. Con tu mente si estás programado ocurre que nuestra visión errónea y sujeta por nuestro pasado de la realidad nos hará sentir miedo, confusión, rechazo y soledad donde no la hay. Sentiremos que estamos fuera sin probablemente estarlo. Pero para nosotros, para ti, para mi, para las personas máquinas, esa es la realidad.

Y al estar programado es algo que en tu mente ¡no tiene discusión y necesita ser arreglado! Y reaccionarás, la máquina actuará para defenderse. Harás algo por dejar de sentirte así. Cada persona reacciona de una forma y estás tan dormido y con los ojos tan intensamente cerrados que aunque la verdadera realidad no cese de golpearte para que despiertes, te darás motivos y explicaciones con tal de no reconocer que estabas equivocado respecto a todo lo que te rodea.

¿Cómo entonces puedo estar hablando de esto como si yo lo hubiera sufrido si mantengo que no se puede despertar de forma consciente y voluntaria? Porque no se puede despertar diciendo: "¡Ya está, me despierto, voy a cambiar!" En mi caso es porque el golpe de la realidad, ese golpe de gracia, fue tan brusco que me obligó, no a despertar, pero sí a pensar de otra forma, apartándome de la programación establecida, sintiendo cosas para las que mi máquina no tenía reacciones.
Sin embargo, deja que te sorprenda diciéndote que ha sido hoy cuando yo me he visto reflejada como una máquina. Esto no quiere decir que haya despertado ya, ni mucho menos. Lo único que quiere decir es que he decidido creer. He decidido asumir que me equivocabaHe decidido tener fe. Fe en que las cosas no son como las veo, fe en que hay mucho más, fe en que soy una persona libre sin ataduras puestas por mi misma, o que al menos puedo serlo. Fe en que se puede dejar de ser máquina. Ese es el primer paso. Tener fe, ya que es algo por lo que no tenemos evidencias, solo podemos creerlo.

Cuesta creer que las cosas no son como crees cuando nunca te planteas que así sea. Seguramente seas o no una máquina pienses que todo esto es absurdo. Si no eres máquina creerás que le he dado muchas vueltas a una tontería, si eres máquina pensarás como el que no lo es porque no sabes que lo eres. ¿Alguien puede asegurarnos que somos lo que somos y no vivimos en un sueño? No, es algo en lo que creemos sin planteárnoslo, tú no te lo planteas porque es en lo que estás inmerso como el pez que vive rodeado de agua y en consecuencia no reconoce un mundo de tierra o aire. Pero nosotros tenemos una diferencia con ese pez. Nuestra diferencia es que por mucho que nos pongan o tengamos falta de libertad física, nuestra libertad mental jamás podrá ser arrebatada en su totalidad. Nuestro interior puede ser libre y podemos cambiar la forma de ver el mundo y de relacionarnos con él.

Si has llegado aquí a lo mejor es que te planteas algo o como mínimo te parece interesante, así que deja que te diga algo:
No eres una máquina, no consientas serlo.  Una vez que tengas fe en que hay mucho más de lo que siempre has pensado que había, una vez que tengas eso clarísimo atrévete a mirar todo otra vez con la curiosidad de un niño que lo hace por primera vez, sin ataduras del pasado, sin mecanismos de reacción. Que no te asuste ser libre.

Yo no soy aún libre, pero tengo fe en que lo seré.  Estoy convencida de ello.

(os recomiendo pensar en esto con estas dos canciones de Vetusta Morla, inspiración y respuesta para mi)

domingo, 29 de diciembre de 2013

Mi alrededor

Me apetecía darme un homenaje y lo he hecho en forma de vídeo. No está mal de vez en cuando demostrarnos amor propio, ¿no? 




Porque soy así

Algo patética, divertida, pensativa, mala bailando y con unas ideas algo raras. También tengo cosas malas. Tengo una cabeza muy complicada y a veces me gana el pesimismo. Me cuesta pasar página y soy muy tradicional, no soporto los cambios y mucho menos los bruscos.

Quiero a mis amigos más que a mi misma y eso se volvió una vez en mi contra. Ahora sé que si no me quiero yo no puedo querer como debo hacerlo, que ese amor que doy sin quedarme nada para mi acabará destruyendo MI ALREDEDOR
Pero una vez que todo se ha venido abajo sé que PUEDO CAMBIAR MI ALREDEDOR, y para ello no hace falta que deje de ser quien soy. Porque me quiero y siempre me querré. Porque soy genial y he tardado en darme cuenta.

Porque todos nos merecemos un homenaje de vez en cuando y porque todos merecemos saber que pese a los errores que hayamos cometido tenemos que ser fieles a nosotros mismos sin vergüenza. Mis errores del pasado y las historias que he vivido me han destruido pero a la vez creado. Puedes saber quien fui y conocer quién soy. Pero nadie sabe quien seré, solo yo lo decidiré. Y sea quien sea seguiré siendo yo...

María, la chica del yo-yo.

martes, 17 de diciembre de 2013

Adiós, Sigüenza. Adiós.

Querido Bus Sigüenza:

Hoy me he despedido de ti. No ha habido lágrimas ni palabras de adiós. Ha sido como cada día. Un adiós precipitado y ansioso, las prisas de una parada. Pero he tenido un segundo para pensarlo, un segundo en el que me he dado cuenta de que ya no volveré a atravesar tus puertas, a subir tus escaleras, a cruzar tu pasillo o a sentarme en cualquiera de tus asientos. Me he dado cuenta en ese segundo también de que ya no veré a esos conductores de personalidades variables: a la conductora correcaminos; que era capaz de llegar a la universidad en menos de diez minutos, al conductor de las 19:30 con el autobús Díaz; ese autobús por el que montones matábamos con miedo a quedarnos fuera y con ese conductor que sin decir una palabra se notaba que era majo. Recuerdo al “autobusero” del año pasado, el de las mañanas. Ese hombre bonachón que nos conocía ya a todos, que nos dejaba subir sin enseñar el carnet y que era capaz de conducir el autobús que cariñosamente apodé como “camión”. Recuerdo ese autobús porque era el falso de dos plantas, teníamos que subir arriba pero no había parte de abajo y parecía que los asientos que debían ir abajo habían sido metidos a presión en la parte de arriba. No cabía nadie en esos asientos. Pero se les cogía cariño. Al final esos asientos se hacían cómodos y era un auténtico placer entrar tras la larga espera al frío en invierno... En realidad ir en ese autobús era un infierno. Y también era un infierno entrar en otros de la tarde, cuyos asientos si los echabas para atrás existía la posibilidad de que se quebraran y te pasabas todo el camino conteniendo el aliento, rezando porque no cayeras al vacío. No solo temías porque tu cayeras. A veces daba auténtico terror mirar esa cafetera que nadie entendía muy bien que hacía ahí encima, sin estar agarrada a nada y brincando con cada obstáculo minúsculo de la carretera. Esa cafetera con baile endemoniado que se pasaba todo el trayecto desafiando a la gravedad y poniéndote de los nervios. 

También es destacable los microclimas de los autobuses Sigüenza. Jamás podré olvidar el día caluroso de mayo en el que subí corriendo a las dos de la tarde al autobús buscando un poco de fresco. Ilusa. Olvidaba que estaba subiendo a un Sigüenza, los autobuses en los que todo puede pasar. Estaba la calefacción. No me lo podía creer. No se podía respirar. Sinceramente ese día pensé que Sigüenza de verdad quería acabar con nosotros de forma lenta, dolorosa y calurosa. O esos días de invierno en los que salía aire frío de algún sitio, no me preguntéis de dónde pero salía aire frío. Suena horrorosa la experiencia de montar en un autobús así ¿verdad? Pues no, es peor.

¡Pero Sigüenza es así! Y por eso es tan adorable. Me explicaré. Para valorar las cosas buenas hay que saber de las malas. Sigüenza nos trata de pena durante todo el curso, pero nos regala momentos únicos… Días en los que nos recogen con un Mercedes con los cristales tintados y los asientos de cuero, días en los que llega el Sigüenza Vacaciones con su suelo de madera y sus anchos asientos, días en los que (oh my god) llega puntual, días en los que los planetas se alinean y el bus lleva enchufes (*.*), días en los que sin saber por qué estás igual de cómodo que en tu sofá, días únicos, días Sigüenza Star.

Es curioso que en tan sólo 20 minutos de trayecto se puedan vivir tantas cosas. En un Sigüenza he reído más que nadie, pero también he llorado. En un Sigüenza creo que he llegado a vivir momentos realmente difíciles, pero también me ha servido de consuelo subirme a él, sentarme sola, ponerme música y abrazada al asiento mirar por la ventanilla. En un Sigüenza también me he expresado de muchas formas. He tenido conversaciones muy complicadas entre sus paredes, conversaciones a veces secretas entre nombres falsos como Ana y Jose…, conversaciones que han acabado decidiendo muchas cosas, y también momentos de calma como dormirte en el hombro de un amigo y él en el tuyo, en paz. En los Sigüenzas también ha habido peleas y gritos, pero ganan las carcajadas por goleada. Podías tener un mal día y que en ese autobús por el comentario de un “desconocido” todo el día cambiara. Digo “desconocido” entre comillas porque a lo mejor no sabes el nombre de ninguno de los que cada día te acompañan, pero al final es como si fueran colegas de toda la vida y no hace falta llamar a nadie por su nombre para compartir unas risas o quejarse juntos.


La relación con Sigüenza es de amor-odio. Me voy, pero no porque haya ganado el odio. Supongo que lo que ha ganado es el bolsillo, y el Sigüenza es un dineral. Me voy por eso y porque tengo otras opciones. Me voy pensando en los días y momentos grandes que me voy a perder en esos autobuses, pero me voy satisfecha, contenta. Me voy convencida de que es el momento de irme y feliz por los recuerdos que me ha brindado durante un año y cuatro meses más o menos. Sí, soy una auténtica ñoña que le saca punta a todo, le doy tanta importancia a dejar un autobús pero es que reconozcámoslo… Esto no era un autobús, esto fue, es y será EL SIGÜENZA. 
                             
Vídeo de uno de tantos viajes abordo de un Sigüenza...